por Rosario A. Puga-Dempsey

H an pasado cuatro meses desde que nuestras vidas cambiaron, cuatro meses desde que nos dimos cuenta de nuestra humanidad. Durante estos cuatro meses se han vivido muchas crisis en este país que son el reflejo del inmenso sufrimiento que se está viviendo. Nuestro mundo no tiene salida de escape, no podemos escaparnos de esta realidad, no es un sueño ni una película lo que se está viviendo, es una realidad. El autor Alan Wolfelt nos indica que cada doliente tiene ciertas necesidades, la primera siendo la necesidad de enfrentarnos a la realidad de la muerte. Enfrentarnos a esa finalidad. Muchas veces nos alejamos de nuestras realidades, nos ocupamos, nos distraemos, o se nos pasa el día. O a veces nos quedamos paralizados sin saber qué hacer y repetimos los mismos pensamientos y escenas en nuestra mente; la repetición también es una parte vital de esta necesidad comenta Alan Wolfelt.

Pero quizá se pregunten, pero como enfrentarnos a lo que nos duele más, a lo que nos causa angustia e incertidumbre. Como enfrentarnos a algo que quizá no nos habíamos dado cuenta que existía en nuestro mundo. ¿Cómo? – De pie.

Así dijo el gran revolucionario Emiliano Zapata,

es mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado.

Quizá tenga razón, quizá ya es hora de ponernos de pie, de levantarnos y de mirar a nuestro al rededor y enfrentarnos a nuestra realidad.  Hemos estado de rodillas y sentados por meses tanto física como emocionalmente. Desde adentro hemos visto como el mundo de afuera sufre, quizá es hora de hacer un cambio. Ese cambio podría ser llenarnos de valentía, amor, compasión y ponernos de pie. No será fácil y quizá no pase de la noche a la mañana, pero antes de dar el primer paso hay que ponerse de pie y mirar hacia dónde dirigirnos.