por Rosario A. Puga-Dempsey

Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar

y si esta fuera la nueva forma en que medimos nuestra supuesta inteligencia, como nos propone el filósofo Immanuel Kant.

Podríamos entonces decir que la mayoría del mundo se ha convertido aún más inteligente de lo que ya era. Por los últimos meses hemos vivido con el reto de vivir sin saber, con la incertidumbre del hoy y del mañana. Se imaginan si pudiéramos continuar la vida de tal forma, ¿qué tipo de niños se desarrollarían y en qué tipo de jóvenes y adultos se convertirían? Quizás en unos con más flexibilidad hacia la vida, quizás unos con más comprensión hacia los demás, quizás unos con menos estrés de expectativas inexistentes, quizás en unos más creativos de hacer obras maestras con lo que la vida les presente.

Pero bueno, para llegar a ese punto, no solo implica el tener paciencia y la capacidad de soportar, pero también la capacidad de rendirnos hacia la vida. El rendimiento, en mi opinión, no es una debilidad porque creo que toma el tener una gran confianza en nuestras habilidades propias y la capacidad de reconocer hasta donde llega nuestro potencial por ahora.

Y es ahí, a través de rendirnos donde aprendemos y crecemos. Y tanto el rendirnos como la capacidad de soportar nos ayuda a desarrollar aún más resiliencia.

Somos seres magníficos con una resiliencia increíble pero que pocas veces la reconocemos o utilizamos. Quizá es hora de que nuestras incertidumbres den vez de debilitarnos nos ayuden a fortalecernos y crecer en resiliencia.